Las formas del alma
Las formas del alma
Esta exposición es un conjunto de obras dee 14 artistas diferentes: Chechu Álava, María Bueno, Soledad Córdoba, Antonio F. Alvira, Santiago Lara, Mireya Martín, Vicky Méndiz, Paula Noya, Mapi Rivera, José Luis Serzo, SUSO33, Yolanda Tabanera, Marina Vargas y Juan Zamora.
La exposición se divide en tres zonas, la zona terrenal, tangible que se crea mediante los retratos de Chechu Álava, las instalaciones de Juan Zamora o las piezas de Marina Vargas. Son imágenes que nos resultan familiares pero hay detalles que nos hacen centrarnos solo en la obra, como es el caso de la Piedad blanca, centro de la sala, nos transmite paz y de alguna forma realidad, ya que las líneas rojas que la adornas nos recuerdan a las venas, todo lo contrario a la réplica colgada, con colores metálicos y una inversión de los personajes y de las posiciones de las manos.

Emerge, Juan Zamora
The Romanov, Chechu Álava
La sala de la izquierda es el rito, la imposición de la luz del rayo frente a la oscuridad de la sala, mediante objetos colgados y vídeos en los que el movimiento es mínimo pero son capaces de captar tu atención al completo.
A la izquierda: Schariwari I o artilugio imposible para protegerse de sí mismo, Yolanda Tabarena
Abajo: Sinapsis Serie Primavera, Mapi Rivera
La última sala, la de la derecha, es la sala de visiones, en la que vemos cuadros que nos llevan a lugares mágicos, que fácilmente pueden aparecer en nuestros sueños, en esa misma sala, comparten espacio las esculturas de barro que se meten en la cama y se arropan con sábanas sin darse cuenta del monstruo que habita debajo.
Esta exposición es un conjunto de obras dee 14 artistas diferentes: Chechu Álava, María Bueno, Soledad Córdoba, Antonio F. Alvira, Santiago Lara, Mireya Martín, Vicky Méndiz, Paula Noya, Mapi Rivera, José Luis Serzo, SUSO33, Yolanda Tabanera, Marina Vargas y Juan Zamora.
La exposición se divide en tres zonas, la zona terrenal, tangible que se crea mediante los retratos de Chechu Álava, las instalaciones de Juan Zamora o las piezas de Marina Vargas. Son imágenes que nos resultan familiares pero hay detalles que nos hacen centrarnos solo en la obra, como es el caso de la Piedad blanca, centro de la sala, nos transmite paz y de alguna forma realidad, ya que las líneas rojas que la adornas nos recuerdan a las venas, todo lo contrario a la réplica colgada, con colores metálicos y una inversión de los personajes y de las posiciones de las manos.

Emerge, Juan Zamora
The Romanov, Chechu Álava
La sala de la izquierda es el rito, la imposición de la luz del rayo frente a la oscuridad de la sala, mediante objetos colgados y vídeos en los que el movimiento es mínimo pero son capaces de captar tu atención al completo.
A la izquierda: Schariwari I o artilugio imposible para protegerse de sí mismo, Yolanda Tabarena
Abajo: Sinapsis Serie Primavera, Mapi Rivera
La última sala, la de la derecha, es la sala de visiones, en la que vemos cuadros que nos llevan a lugares mágicos, que fácilmente pueden aparecer en nuestros sueños, en esa misma sala, comparten espacio las esculturas de barro que se meten en la cama y se arropan con sábanas sin darse cuenta del monstruo que habita debajo.
Blinky Rotred y el juego de ajos, José Luis Serzo
La fábula de la higuera, Santiago Lara
Manos y cama, Marina Bueno
El último resplandor, Antonio Fernández Alvira
He dejado esta última obra por ser la más representativa para mí. Son las ruinas de una estructura que se tardó mucho en construir. Yo veo la representación de nuestra alma, destruida por culpa de otros o en muchos casos por nosotros mismos. Siempre nos rompemos, de una u otra forma, lo importante es aprender a reconstruirse.
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